El secretismo y ocultación de este tema en el fútbol masculino contrasta con la apertura y naturalidad con la que las jugadoras del Mundial de Francia han mostrado sus relaciones con otras mujeres. Para hidratarse, los cuatro futbolistas necesitan el bote azul y metálico que Nivea les ofrece. Esta idea de masculinidad total, que no soporta la más mínima brecha ni incursión de lo femenino, tiene que ver con lo que el activista La Santa Marika explicó en un artículo para Píkara Magazine: «cuando nos llaman ‘maricas’, no nos están llamando ‘homosexuales’ sino ‘no hombres’.