En Chalalai se habla a media voz y basta cruzar el umbral para entrar en un ámbito de serenidad y quietud que recuerda el de los templos. Habla muy bien nuestro idioma, al igual que las otras dos masajistas de su equipo, igualmente jóvenes estilizadas de aspecto agradable, lo que contribuye a crear ese ambiente de recogimiento y relajación tan importante para sentirse cómodo en la intimidad de un masaje.