El truco de Bolsonaro fue hacer suya la simbología de las grandes protestas contra la corrupción del 2014-2015. Miles de manifestantes, muchos vestidos de canarinho , desfilaron por la avenida Paulista de São Paulo exigiendo la destitución de la entonces presidenta Dilma Rousseff, pese a que ella no hubiera cometido delito alguno, y el encarcelamiento de Lula, víctima de una politizada investigación judicial.