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Un ejemplo claro es el del París Saint-Germain (PSG) tras el fichaje del delantero argentino Lionel Messi el verano pasado. Sin presión y sin intención de asfixiar el toque culé, el Barça no tardó en agenciarse el balón y encerrar a un rival demasiado sumiso, y el dominio culé se transformó en gol superado el primer cuarto de hora, en una acción desafortunada de Volodko que, ante la presión de Messi para rematar un balón centrado desde la banda de Alves, se lo metió sin querer en su portería.